Enfundado en un uniforme de prisión verde botella oscuro, que decía en su espalda "Prisionero" en grandes letras blancas, Barreiro escuchó atentamente la traducción simultánea y no se inmutó. Sentada en la segunda fila de la Sala de audiencias del Juzgado de Ellis, situada en el décimo piso de la Corte de Virginia, estaba su esposa, Ana Delia Maggi. Ella tampoco demostró ningún tipo de emociones. Sin duda, ambos ya son conscientes que esta vez será muy difícil escapar a la justicia argentina.

Acusado de haber mentido al decir que no tenía antecedentes judiciales cuando llenó un formulario para pedir una visa de ingreso a EE.UU., el juez Ellis sentenció finalmente a Barreiro a 6 meses de prisión y a ser deportado a la Argentina una vez que haya cumplido la sentencia.

Como Barreiro ya lleva cinco meses y 21 días en la cárcel desde que fue detenido, dentro de exactamente nueve días estará listo para ser trasladado a una dependencia del ICE, las autoridades de inmigración que son las encargadas de ejecutar la deportación. De hecho, agentes de inmigración acompañarán a Barreiro en el viaje de regreso a la Argentina para que no se escape.

"La verdad es que estoy muy satisfecho", dijo a Clarín Derek Andresen, uno de los fiscales. "Nosotros estábamos preparados para que haya un juicio pero al final decidió declararse culpable. Yo creo que estando en la prisión se quebró, sabe que ya no le quedan más salidas".

Durante la audiencia, la otra fiscal, Jeanne Linehan, fue la primera en tomar la palabra. "Este es un caso extraordinario", dijo Lineham, explicando que no se trataba solamente de un simple fraude para obtener una visa, sino que Barreiro había cometido fraude para escapar a la justicia , que desde que habían revertido la Ley de la Obediencia Debida lo estaban buscando.

"Barreiro era el jefe de un campo de concentración llamado la Perla", contó Línehan centrando su atención sobre el caso de una de sus víctimas, Teresa Celia Meschiati.

"Queríamos que Meschiati venga a declarar en persona, pero luego decidimos que era mejor que lo hiciera por escrito", dijo.

El testimonio que dió Meschiati en Córdoba es desgarrador. "Cuando me llevaban al cuarto de las torturas, el que estaba a cargo era Barreiro. Me acostaban en una cama de metal que no tenia colchón y me tapaban con una alfombra mojada.. Yo estaba atada a las esquinas de la cama... La picana tenia dos agujas, llamaba a las agujas "la margarita".

Luego, cuando el juez le preguntó a Barreiro si quería hablar, el abogado defensor, Todd Richman, explicó que su cliente no podía hablar debido a los procesos que tiene pendiente en la Argentina. Richman se limitó a hacer sólo observaciones técnicas.

"Esto es un caso muy inusual", insistió Línehan. Pero el juez la interrumpió para recordarle que había habido otros casos como el de Barreiro, los de los nazis que ingresaron al territorio de Estados Unidos luego de haber cometido las peores atrocidades con los judíos.

Tras la deportación de Barreiro, uno de los casos más simbólicos de la represión de la dictadura, es la Justicia Argentina la que tiene que entrar en acción.