Arg - Condena a Menendez

Juicios
| | TrackBacks (0)

El Tribunal condenó a Luciano Benjamín Menéndez a prisión perpetua

El genocida Luciano Benjamín Menéndez fue condenado a prisión perpetua por violaciones a los derechos humanos y deberá cumplir la condena en una cárcel común en dependencias del Servicio Penitenciario cordobés. A su vez, de los otros siete represores juzgados, cuatro afrontarán la misma pena, mientras que dos fueron sentenciados a 22 años y el restante a 18. Estos últimos irán también a cárceles comunes.

Con imputaciones mas graves en algunos casos (exceptuando la situación de Barreiro por quien también se solicita perpetua), pero con un número muy inferior de víctimas que la Causa RI9, las condenas fueron no obstante muy fuertes, categóricas, acordes al tipo de delitos imputados.

Al igual que los represores del RI9, quienes de forma personal o a través de algunos de sus letrados no vacilaron en reconocer su adhesión a la hipótesis de conflicto este-oeste que supo reinar en los años de plomo, los militares cordobeses dijeron lo suyo, se defendieron de cada una de las imputaciones y plantearon idénticas nulidades.

También como los represores vernáculos, todos cometieron sus crímenes en concurso real, aún cuando se trataron de cuatro casos y en la Causa RI9 no hay menos de 11 imputaciones. Sin contar que además debieron responder en algunos casos por la desaparición forzada de Ramón Vargas y el homicidio de Artieda (en el caso de Barreiro).
La diferencia sustancial de la Causa RI9 con la causa que acaba de concluir, es que esta última juzgaba un tercio de los casos de la que se desarrolla en Corrientes, y por lo tanto los testigos fueron mucho menos que en la primera. Es por todo esto que, pese a que la Causa RI9 comenzó antes, aún prosigue y espera su reinicio el 29 del presente cuando comenzarán las réplicas de los alegatos, es decir la última parte antes de la sentencia que se espera contemple penas similares.

Los Hechos de la Causa contra Menéndez

El secuestro, desaparición, torturas y asesinato de estos cuatro compañeros formó parte de un mismo operativo llevado adelante por el grupo de operaciones especiales del Destacamento de Inteligencia 141 “Gral. Iribarren” que actuaba en “La Perla”. Palacios, Brandalisis, Lajas y Cardozo, que militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores, fueron secuestrados con pocas horas de diferencia, permanecieron en el mismo Centro Clandestino, los fusilaron juntos, tienen la misma fecha de ingreso a la morgue judicial procedentes del Hospital Militar y luego fueron enterrados clandestinamente en el Cementerio de San Vicente de la ciudad de Córdoba. En esta causa queda evidenciada la sistematicidad del terrorismo de Estado y el circuito represivo por donde fueron trasladados la gran mayoría de los desaparecidos de Córdoba: secuestro de sus casas o de la vía pública, cautiverio en un Centro Clandestino de Detención donde se aplicaban innumerables tipos de torturas, luego traslado y asesinato, y finalmente enterramiento clandestino.

En la mañana del 6 de noviembre de 1977 Hilda Flora Palacios junto a sus dos pequeñas hijas, Valeria y Soledad y en compañía de Humberto Horacio Brandalisis, salen de su domicilio de barrio Ampliación Pilar para pasar el día en la casa de un matrimonio de amigos en barrio José Ignacio Díaz 1º Sección de la ciudad de Córdoba.

Al llegar al lugar Brandalisis se retira prometiendo regresar para el almuerzo, sin embargo, a poco de abandonar la casa fue secuestrado por miembros del Grupo de Operaciones Especiales del Destacamento 141 “Gral. Iribarren”.
Pasada la hora del almuerzo Hilda Flora comienza a inquietarse ante la demora de Brandalisis que no regresaba. Alrededor de las 10 de la noche sus amigos deciden llevar en su propio auto a Hilda y sus hijas hasta su domicilio de calle Chivilcoy. De este modo, salieron Hilda Flora con sus hijas junto al sus amigos y los tres hijos de estos, todo en el mismo auto.

El mismo grupo de tareas que horas antes había secuestrado a Brandalisis se encontraba dentro del domicilio de Hilda Flora aguardando su regreso. Agentes uniformados y de civil fuertemente armados interceptan el coche cuando llegan.

En ese escenario de terror, frente a los gritos y amenazas del personal militar y civil y el asombro y estupor de las víctimas y otros vecinos, Hilda Flora Palacios es arrastrada hacia el interior de su casa donde la interrogan al mismo tiempo que el matrimonio es sacado violentamente de su vehículo. Los cinco niños presentes quedan llorando aterrorizados en el interior del automóvil. (Como dijimos, dos de esas niñas, Valeria y Soledad - hijas de Hilda Flora-, hoy son quienes, junto a H.I.J.O.S. y familiares, impulsan la querella de la causa).

Posteriormente, (ya secuestrados y privados ilegítimamente de su libertad) sacan a Hilda Flora Palacios y la introducen en uno de los vehículos que participaba del operativo. A los otros los obligan a permanecer en el auto en que venían. Uno de los uniformados a cargo del operativo se sienta en el lugar del acompañante intimidándo con un arma de fuego.

El uniformado le ordenó dirigirse a la casa de sus suegros en el barrio Corral de Palos, en donde fueron dejados los cinco niños. Por detrás de ellos se conducían los otros vehículos del operativo, en uno de los cuales era trasladada Hilda Flora Palacios.

Luego de dejar a los niños, mientras Hilda Flora Palacios continuaba en el otro vehículo fuertemente custodiada, meten encapuchados al matrimonio de amigos en la parte trasera de su auto donde son obligados a tirarse al piso. Desde allí son llevados por sus secuestradores al centro clandestino de detención y exterminio (CCDyE) “La Perla”, dependencia militar que funcionaba en el ámbito del Tercer Cuerpo de Ejercito bajo la directa subordinación de quien comandaba esa fuerza y el área 311: el genocida Luciano Benjamín Menéndez.

Ya en “La Perla” el matrimonio habría sido liberado, luego de que ambos fueran interrogados sobre su relación con Palacios.

Por su parte Hilda Flora fue sometida desde su ingreso a todo tipo de torturas físicas y psíquicas, a los efectos de obtener la mayor cantidad de información relacionada con su militancia en la organización política conocida como Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). A partir de entonces, y durante todo su cautiverio, fue sometida a condiciones infrahumanas de sobrevida, tales como ser identificada por un número, permanecer todo el tiempo con una venda sobre sus ojos, incomunicada, acostada en el piso sobre colchones de paja en “La Cuadra” (sitio dentro de La Perla donde eran alojados los detenidos-desaparecidos), escuchando los gritos del resto de los detenidos que eran sometidos a torturas, y con total incertidumbre sobre cual sería su destino.

Hilda Flora Palacios padeció estas condiciones durante 38 días, hasta la madrugada que va del 14 al 15 de diciembre, cuando fue retirada por el personal de “La Perla” junto con su pareja, Humberto Horacio Brandalisis y sus compañeros de militancia Carlos Enrique Lajas y Raúl Osvaldo Cardozo que también se encontraban alojados en el Centro Clandestino.

Al dejar “La Perla” los cuatro fueron asesinados en lo que los genocidas llamaban “Operativo Ventilador”, método que consistía en sacar los prisioneros vivos, fusilarlos y posteriormente arrojarlos en la vía pública simulando un enfrentamiento con las fuerzas represivas. Con estos “operativos” los genocidas a la vez que querían demostrar su eficacia en la “lucha sin cuartel contra la subversión”, buscaron propalar el terror a la sociedad toda.

En este caso, el asesinato se perpetuó en la intersección de las Avenidas Colón (en aquella época Ejercito Argentino) y Sagrada Familia, en las primeras horas del día 15 de diciembre de 1977. El operativo fue presentado a la prensa como si (los ya fusilados) se hubieran resistido a bordo de un automóvil marca Torino, en un control vehicular que efectuaran las fuerzas armadas y de seguridad.

La constatación de la muerte de Hilda Flora Palacios, por las heridas de arma de fuego que recibiera, quedó registrada en el acta de Defunción Nº 1493-Tomo 2º-Serie “C” -Año 1978. Posteriormente sus restos fueron llevados al Hospital Militar, de allí derivados a la Morgue Judicial, (donde ingresó con el Nº de orden 1184), permaneciendo allí casi ocho meses hasta su sepultura que se realizó clandestinamente el 3 de agosto de 1978 en la fosa individual Nº 326 Cuadro B, de la nueva sección del cementerio de San Vicente en la ciudad de Córdoba.

Ninguno de estos hechos fue comunicado a sus familiares pese a la presentación de Habeas Corpus. Por ello, Hilda Flora Palacios pasó a engrosar el listado de Desaparecidos durante 27 años.

El enterramiento clandestino de cuerpos fue uno de los mecanismos utilizados por los militares para ocultar la evidencia más contundente de sus aberrantes delitos. En el marco de la causa “Enterramientos Clandestinos”, el Equipo Argentino de Antropología Forense lleva identificados 14 cuerpos que ya fueron entregados a sus familiares, el de Hilda Flora fue el quinto. El 11 de noviembre del año 2004 sus restos, después de 27 años fueron entregados a sus familiares.

Fuente: El diario del juicio a Menéndez


Categories

0 TrackBacks

Listed below are links to blogs that reference this entry: Arg - Condena a Menendez.

TrackBack URL for this entry: http://desaparecidos.org/cgi-bin/mt-tb.cgi/885

About this Entry

This page contains a single entry by Marga Lacabe published on 25 de Julio 2008 6:17 PM.

Mex - Denuncia Afadem exclusión de familiares de desaparecidos was the previous entry in this blog.

China: Forced disappearance/ Fear for safety is the next entry in this blog.

Find recent content on the main index or look in the archives to find all content.