Recientemente, surgió una leve esperanza con la liberación el mes pasado de Milad Barakat, que pasó 16 años en las prisiones sirias.

Su existencia, así como la de los otros en paradero desconocido, era negada por las autoridades de Damasco, aunque el nombre de Barakat figuraba en una lista elaborada por Solide, una ONG de apoyo a los desaparecidos y exiliados.

En la lista figuran 642 personas, según dijo a Efe Antoine Rizcallah, miembro de Solide, quien aseguró que esta relación ha sido entregada a las autoridades libanesas y sirias, pero sin éxito hasta ahora.

El Ejército sirio ocupó el Líbano desde 1976 -un año después de que comenzase la guerra civil- hasta 2005, y en ese periodo centenares de libaneses desaparecieron, presuntamente por sus posiciones antisirias.

Sin embargo, la liberación de Barakat no ha ayudado a aclarar el destino de ninguno de los desaparecidos, ya que éste se niega rotundamente a hablar.

'No hay que olvidar que sigue conmovido. Su reacción es normal.

Ha sido torturado y golpeado durante años', agregó Rizcallah.

Pero los familiares de los desaparecidos deseaban que éste hubiese hablado para facilitarles información sobre los suyos, ya que no tienen acceso a las cárceles sirias.

'Tratamos de obtener alguna información de Barakat, pero ni él ni sus padres hablan', dijo a Efe la madre de Stavros Andrioti, un griego-libanés que desapareció hace 30 años en el Líbano junto a otros tres compañeros.

Con lágrimas en los ojos, su madre explica que 'sólo tenía 16 años, es mi hijo único. Mi marido falleció hace un año de la pena'.

Tuvieron noticias de él al año de desaparecer, cuando alguien lo vio en una cárcel siria, pero cuando fueron a verlo les dijeron que no había nadie bajo ese nombre. Su tragedia es similar a la de otros familiares de desaparecidos.

Yanet Yusef, que tiene en las manos la foto de su hermano, Milad, un militar que desapareció en 1983, relata que sus padres fallecieron 'con el corazón desgarrado. No pudieron soportarlo'.

'Sabemos que está vivo porque algunas personas lo reconocieron en la foto que les mostramos. Incluso lo han descrito físicamente y nos contaron que en la pared de su celda tiene escrita la fecha en la que fue secuestrado', dice a Efe.

Al igual que los otros, piensa que la liberación de Barakat abre una nueva esperanza, aunque sea muy leve.

Ella considera que la única solución es que la ONU designe un comité de investigación internacional para indagar sobre este asunto, que 'no es político sino humanitario'.

La misma opinión la comparte Hana Yehya, cuyo hijo de 16 años desapareció hace 20 en Trípoli después de haber asistido a un partido de fútbol que disputaban Siria e Irak.

'Mi hijo aplaudió cuando ganaron los iraquíes, me imagino que ésa fue la razón de su desaparición. Sé que está vivo, me han dado pruebas. Desde que no lo veo duermo en el balcón de la casa, frente a la calle porque estoy segura que un día me llamará', asegura.

Ella, como varios miles de personas, no pierde la esperanza de que se reencontrará con su ser querido.

Hasta entonces, la tienda de campaña frente a la ONU seguirá siendo el doloroso recuerdo de una ausencia demasiada larga.

http://actualidad.terra.es/nacional/articulo/siria_familias_desaparecidos_no_pierden_2393212.htm