Arg/Esp - Isabel Perón, en silencio y con un apoyo impensado | Triple A |
El juez Garzón la desliga de los delitos de lesa humanidad
MADRID.- Apenas cumplido un año de su tan sonada como fugaz detención internacional ante el "urgente pedido de extradición" cursado por la Argentina, a la ex presidenta María Estela Martínez de Perón le acaba de salir un impensado abogado: el juez Baltasar Garzón se inclina por pensar que no tiene responsabilidad en los hechos por los que es requerida.
"Si me pide mi opinión, María Estela Martínez de Perón era una
pobre mujer que no manejaba nada. Tenía a los militares en las
reuniones de gabinete, ¿qué podía decidir?", aventuró el juez más
famoso de España, en diálogo con LA NACION.
Garzón, de todos modos, previno que hay que ser "respetuosos"
de lo que, en el futuro, decida el juzgado de la Audiencia Nacional que
tiene en sus manos el demorado expediente de extradición de la ex
presidenta.
Hace ahora un año que la imagen de una "Isabelita" de paso
vacilante y con aire perdido dio la vuelta al mundo: fue cuando salió
del brazo de agentes de la policía española que llegaron a su casa, en
las afueras de esta ciudad. Lo hicieron para ejecutar la orden de
"captura internacional" promovida desde la Argentina, que, 30 años
después de los hechos, la requería con carácter "urgente" por
violaciones de los derechos humanos durante su gobierno. Y, en súbita
carrera, por dos causas al mismo tiempo: una del juez federal de San
Rafael, Raúl Acosta, y otra, del porteño Norberto Oyarbide.
Pero lejos de toda aquella urgencia, en los 12 meses
transcurridos desde entonces poco parece haber cambiado en la rutina de
la ex presidenta, que goza de un régimen de libertad provisional. Y
lanzada, de nuevo, al sueño de pasar al olvido y que la dejen en paz.
La Audiencia Nacional le favorece el camino. Le permite estar en su
chalet, en un barrio tranquilo de las afueras de la ciudad, con la
única obligación de presentarse periódicamente en la comisaría cercana
para dar presente.
De hecho, según se informó a LA NACION, ya no va Isabel al
juzgado para cumplir con ese trámite. Y lo despacha en su propio
barrio.
Desde que recuperó la libertad, apenas cinco horas después de
haber sido detenida por primera vez en España, la viuda de Juan Domingo
Perón retornó no sólo a su casa, sino también al mismo empecinado
silencio de los últimos años. Todo gracias al amparo de los aromos de
la arbolada serranía donde vive y custodiada, con celo inusual, por los
vecinos. "Se la ve bien, un poco malilla a veces, pero muy guapa", fue
uno de los comentarios recogidos en el barrio.
Próxima a cumplir 77 años, tiene pendiente un proceso de
extradición que aún no tiene miras de alcanzar resultado. Ya anticipó
que no piensa presentarse a declarar. Según sus abogados, padece "grave
depresión, con cuadros de bipolaridad y ataques de ansiedad que
obligaron ya a internarla varias veces para tratamiento psiquiátrico".
Quien sí habló de ella fue el juez Garzón, requerido por LA NACION durante un almuerzo en el que presentó su nuevo libro, El alma de los verdugos
, sobre la "noche negra" de la represión en la Argentina, cuya orden se
firmó, precisamente, durante el gobierno peronista de Isabel.
"Yo vuelvo a escribir sobre el asunto porque me impresiona lo
poco que se sabe en la Argentina de esta parte de su historia", dijo.
Fue entonces cuando LA NACION lo requirió sobre la situación de la ex
presidenta, en presencia de otros periodistas que fueron testigos del
diálogo, que el magistrado permitió que se grabara.
"Yo no creo que tenga nada que ver con los hechos que se le
atribuyen. Era una pobre mujer que no manejaba nada y que tenía a los
militares metidos en sus reuniones de gabinete. Otra cosa es analizar
por qué ella asumió esa responsabilidad."
La versión guarda un matiz respecto de la memoria inicial del
juez sobre la mañana en que la conoció. Fue en febrero de 1997. Isabel
llegó a su juzgado para ser interrogada en medio de la expectativa de
quienes creían que podría quedar detenida.
"En el interrogatorio ella mostró gran habilidad para hacerse
la estúpida. Temía quedar imputada porque conoció y no impidió el
terrorismo de Estado que surgió estando ella en el poder, con el apoyo
de los militares", dice la biografía del juez, editada tres años
después de aquella incómoda mañana. El libro evoca hasta qué punto
llegaba la mala memoria de Isabel sobre lo que pasaba en el país que
gobernó.
"-¿Sabe usted quiénes eran los de la Triple A? -pregunta el juez.
-Sí, unos que mataban -responde Isabel.
-¿Sabe quiénes eran los Montoneros?
-Sí, unos que cantaban."
Al volver sobre esos hechos, LA NACION preguntó al juez si no
pensaba que Isabel le había tomado el pelo. "Ella dijo no acordarse de
nada", explicó Garzón. ¿Por qué no la detuvo?, se le preguntó. "Porque
vino como testigo", replicó.
En la Argentina la requieren -en el caso del juez Acosta- por
la detención y la desaparición de dos personas. En el de Oyarbide, por
asesinatos atribuidos a la Triple A. El expediente de extradición va
para largo. Isabel, que vive en España desde hace más de dos décadas y
tiene ciudadanía española, parece dispuesta a dar batalla.
Sus abogados sintetizan la situación en pocas palabras: "Ella
no está bien". Y confían en que no sea extraditada. Ahora Garzón parece
tener un criterio similar en cuanto al resultado final. Aunque esta vez
el expediente no dependa de él.
Por Silvia Pisani
Corresponsal en España
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