Informe de fusilamientos en el UP 1 - Córdoba

por Familiares, Amigos y Sobrevivientes - Córdoba, Marzo de 1977

 
 

Entre marzo y octubre de 1976 fueron fusilados 29 presos políticos detenidos en la Unidad 1 del Servicio Penitenciario Provincial (Barrio San Martín, Córdoba). En la época en que se cometieron esos crímenes comandaba el Tercer Cuerpo de Ejército el general Luciano Benjamín Menéndez, en tanto que al frente de la Cuarta Brigada Aerotransportada (área 311), unidad de la cual dependía el Servicio Penitenciario, se desempeñaba el general Juan Bautista Sasiaiñ. Como tales, ellos fueron los principales responsables de esos asesinatos.

Todos los fusilados eran presos políticos, pero por sobre todo fueron luchadores populares. Fueron asesinados por su compromiso con la causa popular, por luchar por una Argentina más justa. Ese fue el denominador común de sus vidas, más allá del origen político de su militancia.

Tras quince años de gobiernos democráticos, esos crímenes aún siguen impunes. Esa impunidad fue consagrada por los gobiernos de Alfonsín y de Menem. Uno con la Obediencia Debida y el Punto Final; el otro con los indultos. Pero la denuncia no sería completa sino llamáramos la atención sobre la connivencia y complicidad de los jueces en estos asesinatos. Los magistrados que en su momento tuvieron la posibilidad de impedirlos no lo hicieron y los que debieron investigarlos tampoco. El castigo a los asesinos todavía está pendiente.

El asesinato de estos 29 militantes populares, marcó el pico más alto del clima de terror y de muerte creado por los militares en la penitenciaría de barrio San Martín. Los presos políticos de la UP1 estuvieron incomunicados totalmente entre el 24 de marzo de 1976 y el 25 de mayo de 1979, es decir, durante más de tres años.

En ese lapso se vivió un clima de absoluto terror entre los detenidos, frente a los continuos traslados para torturas en campos de concentración, brutales palizas, hambre y, especialmente la muerte cada vez que entraban militares o gendarmes armados hasta los dientes.

Totalmente aislados del mundo exterior, los detenidos estaban hacinados en pequeñas celdas, sin las más mínimas condiciones de higiene, obligados a hacer sus necesidades en latas o en el piso, sin ningún elemento personal propio, salvo una manta; con las ventanas de las celdas tapadas y raciones alimentarias inferiores a las de subsistencia.

Las requisas del personal militar se caracterizaban por los insultos, burlas y todo tipo de vejaciones buscando la degradación de los detenidos. El asesinato era moneda corriente tal como lo demuestran los testimonios siguientes. Para la muerte, los militares no tenían ningún tipo de límite, si es que puede haber uno. En algunos casos la muerte llegaba tras prolongadas sesiones de tortura, con el agotamiento de los verdugos. Algunos fueron muertos a golpes, tras feroces palizas o estaqueados en el patio de la cárcel en una madrugada de julio, con cinco grados bajo cero. La ferocidad de sus asesinos era sólo comparable al placer que visiblemente le proporcionaban sus crímenes. Vayan de muestra las palabras del general Sasiaiñ: "Les vengo a comunicar que todos ustedes están condenados a muerte. Pero no se pongan contentos, pues morirán uno a uno muy lentamente, de manera que se arrepientan de haber nacido".

Pero el método más común para el asesinato de los detenidos políticos, fue la aplicación de la llamada "ley de fuga" o supuestos "enfrentamientos" con vehículos civiles nunca identificados, como lo sucedido en los casos González de Baronetto, Hubert, Ceballos, García, Balustra y Díaz o Zorrilla, Barrera, Abdón y Barberis. El ejército los fusilaba a sangre fría y sin ninguna posibilidad de defenderse. Después con absoluto cinismo informaba al juez a cargo de los presos, que habían muerto en un enfrentamiento o al haber intentado escapar.

Lo ocurrido en al penitenciaría fue reconstruido en base a informes y testimonios de muchos de los 800 presos políticos que pasaron por esa cárcel luego del golpe militar de 1976. En algunos casos los datos conseguidos para este material fueron muy escasos y es que el tiempo, y también en ocasiones la distancia, hicieron su trabajo. De todos modos seguimos en esta empecinada voluntad de memoria, el verdadero altar en el que descansan nuestros muertos queridos. Y alentamos seguir reconstruyendo la vida de cada uno de las compañeras y los compañeros caídos porque ello anima y fortalece la lucha por una nueva sociedad, que continúa como tarea de todos.

 

Indice del Informe

Militantes populares fusilados

30 de abril de 1976

Eduardo Daniel Bartoli

17 de mayo de 1976

Miguel Ángel Mozé
José Alberto Svagusa
Luis Ricardo Verón
Eduardo Alberto Hernández
Diana Beatriz Fidelman
Ricardo Alberto Yung

28 de mayo de 1976

Carlos Alberto Sgandurra
José Ángel Pucheta

19 de junio de 1976

Claudio Aníbal Zorrilla
Miguel Ángel Barrera
Mirta Abdon
Esther María Barberis

30 de junio de 1976

Marta Rossetti de Arqueola
José Cristián Funes

5 de julio de 1976

Raúl Augusto Bauducco

15 de julio de 1976

José René Moukarzel

... de julio de 1978

Osvaldo De Benedetti

12 de agosto de 1976

Miguel Hugo Vaca Narvaja
Higinio Arnaldo Toranzo
Gustavo Adolfo De Breuil

20 de agosto de 1976

Ricardo Daniel Tramontini
Liliana Páez

11 de Octubre de 1976

Florencio Esteban Díaz
Pablo Alberto Balustra
Jorge Oscar García
Oscar Hugo Hubert
Miguel Ángel Ceballos
Marta González de Baronetto


Los responsables de los fusilamientos y asesinatos


Testimonios de sobrevivientes.

Gustavo Tissera (pabellón 8)
Manuel Cannizzo (pabellón 6). "Una represión militar planificada"
Liliana Salvador (pabellón 14). La cadena no se rompió


La resistencia de los familiares


Informe de la situación carcelaria

Crónica de los primeros días
Hacen aparición los militares
Domingo de Pascua (18 de abril de 1976)
La tortura llega también a la cárcel
Tras la tortura, el asesinato
Más amenazas - más traslados - más asesinatos


Sobrevivir con la confianza en nuestro pueblo


Denuncia