Si no nos contiene la memoria
nos derramará el olvido.
En la Casa han sido talados sus árboles jóvenes
yo me miro y callo
yo escucho y olvido.
El siego a la vida recién comenzada
se extiende en galpones y el agua
puede ser goteo de lluvia en los huesos
o humo y dolor de picanas.
Yo escucho y no hablo. Pienso
-por algo habrá sido-.
El paso de ganso brutal de la botas
esconde en sus fauces el hosco
dolido estupor de la sangre
silencia las fosas comunes en islas
tumbas N.N.
y el vuelo de aviones que tiran al río
el miedo atontado de seres humanos.
Los ojos sin cuerpo
se asoman sin pausa a los ojos nuestros
para recordarnos sus niños robados
y aquí estamos mansos
mirando un paisaje
que se nos disgrega más acá del mar
donde negra cae la luz del poniente
sin la razón
con olvido
la palabra sediciente
el tiempo agrandando llagas
el afecto indiferente
la justicia andando entre escombros
inclinada
doblegada
derrotada
olvidando la tortura
con indultos como insultos vergonzantes.
En la Casa han sido talados sus árboles jóvenes
yo me miro y callo
yo escucho y olvido.
A Rodolfo Walsh i.m.
Ketty Alejandrina Lis
Piedra Filosofal
Ediciones Ultimo Reino, 1997