El parpadear de las luces zozobró en el profundo mar de la noche. La vida ya no existe, la esperanza con su
profano vuelo está en su nido, cubierta por la frondosa selva de los fracasos. El metálico tañir
de una gota sobre el espejado lago de los sentimientos, quiebra la frágil copa del silencio. Inesperadamente,
rompe a tocar la sinfónica de los vientos, y el grisáceo ballet de la tormenta, torna brillante la
opaca superficie de la tierra. Quizás después.......un nuevo día.
Por Ignacio Luna
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