Nebio había nacido en Mercedes, departamento de Soriano, Uruguay el 4 de diciembre de 1943; tenía 32
años cuando fue detenido-desaparecido. Había pasado su infancia en el barrio de la Estación de
Ferrocarril en Mercedes. Asistió a la Escuela No. 4 y al Liceo No. 1 de Mercedes. Hizo sus estudios preparatorios en
el IAVA en Montevideo, asistió a la Escuela de Lechería en Nueva Helvecia Colonia y a la Facultad de
Humanidades y Ciencias en Montevideo.
De chico practicó natación en el Club de Remeros de Mercedes y fútbol en el Club Racing.
Trabajó en el
taller mecánico Franco y en la librería Rubens en Montevideo. Además trabajó de periodista para
el semanario Marcha y periódicos Causa del Pueblo y Prensa Libre del PCR de Uruguay, bajo el seudónimo de
Zanabria.
Luego en Argentina trabajó de vendedor de
libros.
Fue militante gremial estudiantil y militante del Partido Comunista Revolucionario (PCR)
Estaba casado y tenía una hija.
El 8 de febrero de 1976, Nebio se encontraba en el Bar "Tala", localizado en la estación Belgrano C, Capital
Federal, con su amigo de la infancia Winston Mazzuchi , cuando el bar fue
copado por militares y personal uniformado de la Policía Federal. El personal uniformado pidió los documentos a
los asistentes y se llevó a Nebio y a Winston.
Al día siguiente el día 9 a las 13hs. fue allanada la casa en Ampéres 833 donde había vivido
hasta dos meses antes. 15 personas de particular en dos coches Ford Falcon y fuertemente armados irrumpieron por una casa
lindera. En la casa no se encontraba nadie. Se identificaron frente a la vecina como agentes de Coordinación Federal
(Superintendencia de Seguridad) exhibiendo los correspondientes carnés. La casa fue saqueada y los nuevos moradores
presentaron denuncia a la Comisaría del lugar.
Por información no verificada de otros detenidos se consigna que Nebio Melo estuvo detenido en 1976 y 1977 en CAMPO DE
MAYO en Buenos Aires
Ficha sobre Nebio - por Madres y Familiares de
Detenidos-Desaprecidos Uruguay
Homenaje del Partido Comunista Revolucionario
NEBIO ( un familiar, un amigo, un compañero)
No se podía entrar en esa familia sin que rápidamente a uno le hablaran de la tía Luisa y su hijo
Nebio. Como él era un joven , a pesar de que era unos años mayor que yo, sabía que era estudiante y me
sentí curiosa de conocer tal personaje . Todos hablaban mucho de él y contaban mil anécdotas. El era un
primo hermano, que en realidad no lo era , pero que afectivamente sí, era un hermano. A pesar de que el parentesco
podía parecer lejano o complicado, uno comprendía enseguida que él era querido en esa familia como un
hijo más. Y esto era así de simple. Al fin, un día conocí al famoso Nebio. Y para mi sorpresa,
era un petiso sencillo, de sonrisa franca, de cara callada y que le gustaba más escuchar que hablar. Eran los
años 69 y 70 de efervescencia obrero-estudiantil. El tema permanente en esa casa era la política y así
compartí con la familia, él incluido, fervorosas discusiones alrededor de la mesa. Sin embargo, él que
ya tenía trayectoria o al menos a mi me parecía un veterano en el asunto , le gustaba preguntar y escuchar lo
que pensaban los demás. Esos años pasaron muy rápido y en la misma noche por aquella maldita "cadena" (
que ya había requerido a Nebio unos meses antes) requirió a mi compañero, su hermano y un montón
de compañeros más. Era julio de 1973 y comenzó nuestro exilio, por entonces en Bs.As. Si bien él
estaba buscado, no viajó inmediatamente a pesar de que pensaba de que algunos pocos debían quedarse
organizadamente. Los otros que estaban buscados debían irse , escapar a la represión y ayudar desde afuera,
donde él pensaba que también se podía ser muy útil. Un tiempo después, estaba por
allá y tuve otras tantas ocasiones de compartir momentos con él. Al principio venía seguido a nuestra
casa, así como muchos otros compañeros perseguidos que también estaban en Bs.As. o que iban desde
aquí. Pero pronto la situación empeoró y vimos que debíamos dejar nuestra casa y buscar otra .
Esta nueva no debía ser conocida por nadie, ni entre los compañeros, ni la familia, ni nadie. Era la
única forma de intentar sobrevivir en el Bs.As. de 1975. Esta ciudad era grande como para poder escabullirse en ella.
Sólo se iría a una casa si era decidido como imprescindible y de todas formas se iba compartimentado, sin saber
la dirección. Pero, un mes habría pasado , cuando mi esposo llegó tarde a nuestra nueva casa luego de
terminar su trabajo . Yo ya estaba muy preocupada por su tardanza. Qué pasó? le pregunté cuando llego.
Sabés que venía para casa mirando para todos lados, cuando de reojo vi a alguien que hacía el mismo
camino que yo, me explicó. Entonces empecé a hacer rodeos para llegar a casa sin que viera donde entraba . Pero
me sorprendí ya que por más que diera vueltas, me volvía a encontrar con él. Yo le
pregunté asustada si esa persona lo venía siguiendo. No , me aseguró. Pero a veces lo encontraba de
frente, otras de costado y otras detrás, seguramente el otro también venía dando rodeos, para entrar en
su casa. Al fin, luego de dar mil vueltas y volverse a encontrar de todas formas, decidió entrar en casa intentando no
ser visto, pero convencido de que más o menos aproximadamente, el otro se había dado cuenta
donde vivíamos. Yo le pregunté preocupada si temía por nuestra seguridad. En absoluto, me dijo
enseguida, es de plena confianza. Pero ya sabes, que si encuentras a alguien… A quien, pregunté? Ah! no te
diré! se apuró a decirme. Pero …y entonces? dije yo. Nada, te digo sólo esto, para que estés
advertida. Y me quedé pensando cómo haría yo para evitar a alguien que no sabía quién era,
ni dónde debía evitarlo. Mientras, él repetía bajito, no puede ser! Bs.As. es tan grande y
…! Pero, poco después yo me di cuenta. Quienes vivían a una cuadra y media de casa era Nebio con su
compañera y su hijita. Y cómo explicarle a esta niña que no podía visitar a su adorado Alejito,
que era nuestro hijo. Tuve que cambiar el rumbo de mis pasajes, compras, etc., al menos tratar de no encontrarnos para evitar
que si algún día ellos o nosotros éramos ubicados, la represión no tuviera dos pájaros de
un tiro. Y la situación empeoró y empezó el terrible 1976! Y en ese febrero supimos que Nebio
había sido detenido. Inmediatamente hablamos con mi compañero . Nebio nos había dicho siempre, "si me
pasa algo, dejen la casa". Esa noche conversamos mucho qué hacer. Por más que pensamos en sus consejos, los dos
llegamos a la conclusión que no nos íbamos de casa. Si Nebio nos delataba, quería decir que nuestra
lucha, nuestros ideales y nuestra vida, no tenían sentido. Y allí quedamos, sin miedo y seguros de que él
podría ser torturado, matado o desaparecido, como lo fue finalmente, pero que nunca hablaría.
Seguramente él les mostró su cara callada y su sonrisa franca, tranquilo de que un día como hoy
íbamos a contar su historia.------ Martha – Montevideo, julio de 2004.-
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