Eduardo Aníbal MarinoDesaparecido el 5/11/77
Tenía 36 años
Eduardo estaba casado con Noemí Ciollaro. Tenían tres hijos, Ariel, de un matrimonio anterior, Grisel, de tres años y medio y Lautaro, de dos meses. Eduardo, Noemí, Grisel y le bebé volvían del supermercado en auto un 5 de noviembre de 1977, cuando apareció un Falcon blanco, sin chapas, con cuatro hombres vestidos de civil. Atravesaron el auto cortándoles el paso y lo bajaron a Eduardo de su auto a culetazos en la nuca, mientras le apuntaban a Noemí y a Grisel en la cabeza con Itakas. Lo tiraron a Eduardo al piso del Falcon mientras lo seguían golpeando, y se lo llevaron. La familia nunca más supo de él.Eduardo venía de una familia de viejos comunistas. Había sido militante universitario y militado en el Partido Comunista Revolucionario (PCR) antes de irse de este grupo e integrar una organización independiente llamada "Los Obreros", gran parte de la cual se incorporó a Montoneros. Para el ‘77, en la práctica la militancia de Eduardo se limitaba a enviar materiales e informaciones locales a Europa.
Le gustaban el tango y el jazz, River, la calle Corrientes, Pippo y el café La París, el buen cine, la literatura, las calles arboladas de Villa Urquiza donde había pasado su infancia. Soñaba con ser ingeniero pero había abandonado la carrera y trabajaba en una empresa de informática. Era un "duro" típico de los 70, bastante machista, muy apegado a los compañeros, introvertido en lo afectivo, adoraba a la familia paterna rosarina y peleaba continuamente con la imagen y la presencia de su padre, un viejo militante de fuerte personalidad a quien, como único hijo, le resultaba muy difícil satisfacer en su expectativas. Amaba profundamente a sus tres hijos.
A cada puerto que vos venís
conmigo testigo de mis naufragios y destinos Camino mirando el sol y no te encuentro mientras mi peor dolor me mastica por dentro Me abrazo a la muerte, tanto quisiera verte Me abrazo a la vida, y le pido que te traiga A veces me siento vivo y a veces me siento muerto A veces te siento vivo y a veces te siento muerto Estás tan cerca de mí que no te veo Estás tan cerca de mí que no te encuentro Revuelvo todo el lodo en busca de tu alma y encuentro sólo partes de la mía Viviste como un hombre, yo lo sé moriste como el hombre que se fue guardando para siempre aquel silencio Tu vida es un misterio para mí tu muerte tantas cosas que yo vi Tu vida fue un relato para mí tu muerte tantas cosas que sentí No me dejes llamarme, ni me llames desde allá Mi tiempo ya vendrá y ahí te encontraré Sólo acompañame, como lo hiciste siempre Sólo caminemos juntos por acá. |
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f-l