Con Juan Carlos compartimos uno de los mejores periodos de la vida, la escuela secundaria en el Nacional Buenos Aires. Era un pibe vivaz, alegre, gran amigo, curioso, super-inteligente. Se hubiera convertido en un gran científico si la dictadura bestial no lo hubiera eliminado. Teníamos discrepancias en nuestras ideas políticas pero eso no quitaba que fuéramos muy buenos amigos, era natural para nosotros ser tolerantes de ideas diferentes que es lo que nos hace humanos y enriquece a la sociedad, yo sigo pensando así a pesar de todo.

Juan Carlos tenía hermanos por un casamiento anterior del padre, pero era hijo único de su madre. Naturalmente el arresto/desaparición fue devastador para ella y por muchos meses íbamos tres amigos de Juan Carlos una vez por semana a la casa a tratar de ayudarla o al menos a hacerle compañía. Después cada uno siguió su camino hasta que a cierta edad le vuelven a uno recuerdos de la juventud, y aca estamos con ese lugar vacío en el recuerdo, del que quiso ser científico, que quizo casarse, tener hijos, pero que quedó eternamente con 20 años, Juan Carlos.

Gerardo

Oculto fue tu nacimiento
y oculta fue tu muerte.
De oculta existencia
de marginal valor tu vida.

Pero tal es el poder
de la existencia
que ninguna mentira
se le resiste.

Y lo que oculto dormitaba
En oscuros pantanos
con súbita fuerza irrumpió
empapando de verdad
a todos y a todo.

Y la voz de los mudos
Se encendió
y hasta los sordos
escucharon.

La pequeña calle
le mostró a la
avenida su poder

Las tuyas, tus favoritas
las no muy iluminadas,
las no muy embellecidas.

Y en ellas encontraste
un motivo de existencia,
para entregar
La existencia misma.

Por las estrechas calles,
por lo marginal
y marginado.

Y si tú entregado
a una ilusión
abatido te encontraste,
yo abatido en pensamiento
Te rindo un homenaje.

Pablo Losoviz Adaui.
Septiembre de 1998.