Tenía 22 años
Estudió ciencias políticas.
Fue secuestrado en Buenos Aires
No hay testimonio de su paso por un CCD

Los desparecidos son una sombra en mi vida, una ausencia, un hueco de seres que quedaron en sus 22 o 24 años. Recuerdo a Carlos Gregori (aceitin) a Raul Reta, amigos y compañeros de militancia política, de trasnochadas, discusiones de caracterización revolucionaria, si Rusia era imperialista o no, del socialimperialismo, de la caracterización de la burguesía nacional, si Gelbard estaba en el campo del pueblo. A Carlos lo vi la última vez a las 3 de la mañana. Pasó por enfrente de mi departamento, ya como un fantasma, se fue a vivir a Buenos Aires. Todos ellos quedaron congelados en una imagen de ideales, pero algo más que ideales, algo extraño, espeluznante, como es el arrebato de la vida. Me cuesta escribir, convertir en palabras algo que siento adentro, que me muele las tripas, desde aquí en España. Creo que ellos están dentro mío, creo que yo estoy allá, donde están ellos, los siento, alguno incluso me ha soplado un viento caliente en mi oreja, alla están, es mentira que estén muertos, los puedo sentir cuando camino en la noche, siguen discutiendo de política pero cuando me ven llegar, se callan, me parece que no saben donde están, se ríen, lloran y me hacen llorar. Ellos son un agujero negro en mi vida, el misterio de los misterios. RL

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