Conocí a Jorge Capello, a Irma Márquez y a Pablo Miguens aproximadamente en Noviembre o Diciembre de 1976.

Para esa fecha, fui a vivir a la casa de ellos, en Sarandí; estuve encerrado en la misma, hasta el 26 o el 27 de diciembre de 1976. A Pablo lo conocí con ese nombre. A ellos, como Eduardo y Violeta. Luego, me fui a vivir primero a Bernal y luego a Villa Domínico. Con Eduardo me veía regularmente (él era mi responsable). Él conocía mi casa en Villa Domínico. Recuerdo que en mayo (entre el 15 y el 20 de mayo de 1977) fui durante varios días a una cita permanente que tenía con él (con Eduardo) en la Avenida Mitre, cerca de Villa Domínico. Obviamente, no acudió a la misma nunca. Leí en los diarios que fuerzas de la represión habían allanado una casa en la zona de Sarandí donde habrían muerto varios "subversivos". Siempre creí que había sido asesinado Eduardo en ese allanamiento. Ahora me vengo a enterar que no fue asesinado en el lugar, sino que lo secuestraron, lo llevaron vivo y estuvo aproximadamente dos meses en el "Vesubio". Me emociona enormemente pensar que, a pesar de las torturas terribles que seguramente le inflingieron, no dijo mi dirección a sus captores. Yo seguí viviendo en Villa Domínico hasta marzo de 1978, desconociendo lo que había pasado.

Bastante tiempo después pude reencontrarme con otros compañeros que me confirmaron que era la casa de Eduardo y Violeta la que había sido allanada y que Eduardo había muerto. Con respecto a Pablo, desde que me enteré de su secuestro, cautiverio y "traslado", no puedo encontrar consuelo ante tanta barbarie... No alcanzan las palabras para describir la ignominia. De Pablo recuerdo que iba a la escuela secundaria y que algunas veces lo he ayudado a hacer alguna tarea, y que Eduardo le daba algún sermón pretendiendo que fuera más aplicado en sus estudios.

Entre tantos recuerdos, tengo la imagen de que había un bebé de menos de un año, que recuerdo como hijo de Eduardo y Violeta. También sé que frecuentemente venía a la casa la hermana de Pablo e hija de Violeta, que debería tener en ese momento 12 o 13 años. No supe nada de ellos.

Como anécdotas, recuerdo que para Navidad del 76 fuimos a cenar a una casa que debe de haber estado por la zona, donde vivía la madre de Violeta, creo. En esa especie de fiesta de Navidad estaban el Gringo Leo y otros dos compañeros algo mas grandes que yo, que me da la impresión que eran hermanos (hombre y mujer). Recuerdo que me ofrecí para cocinar y preparé un guiso de arroz que me salió espantoso.

Treinta años después me doy cuenta que ( una jugada del inconsciente?) mis hijos nacidos en 1979 y 1982 se llaman Eduardo y Violeta.

No hay olvido posible, los tengo siempre presentes con mucho afecto

Paco/Pepe