Lewin, Beatriz
Comisión Israelí por
los Desaparecidos Judíos en Argentina
Buenos Aires, 12 de Septiembre de 2001
- I.K.: Ante todo queremos agradecerle mucho porque vino,
estamos un poco atrasados, así que sería importante que nos concentráramos mucho
porque queremos escuchar a todos, pero el tiempo que tenemos a nuestra
disposición no es adecuado.
- B.L.: Por mi parte voy a ser lo mas concisa posible, para facilitarle la
tarea, también les agradezco la convocatoria y espero que haya sido exitosa en
cuanto a la cantidad de gente involucrada en esta situación.
- I.K.: Esto lo vemos cada vez más y nos apena mucho. Por favor dénos su nombre
y los nombres de las víctimas.
- B.L.: Mi nombre es Betriz Lewin, soy la madre de Jorge Marcelo Dyszel y mi
nuera, esposa de mi hijo Marcelo, Mirta Schwalb. Toda la información ya la
presenté hace un par de semanas en la Embajada. Y anteriormente la envié a
Israel cuando convocaron en los diarios.
- E.Z.: No llegó, pero sí lo que envió a la embajada, que está en poder de la
comisión.
- B.L.: Mi hijo Marcelo tenía en ese momento casi 22 años, su esposa un año
menor, y hacía 10 meses que estaban casados. El 18 de mayo de 1978, a las 12 de
la noche, cuando ellos estaban es su departamento en el barrio de La Paternal,
vinieron un grupo de personas vestidas de civil, tocaron el timbre al portero,
invocaron que eran policías de la federal que venían por un tema de drogas. Y se
hicieron acompañar al 1º piso donde vivía esta pareja. Tocaron el timbre y
tuvieron que abrir ellos, y pasaron todo este grupo de delincuentes, estuvieron
varias horas adentro, le habían dicho al portero que no avisara a nadie, que no
mirara nada. Unas horas después nos contó el portero que miró por la mirilla de
su departamento que salieron con la pareja encapuchados con las manos atrás, con
cadenas, tenían un perro lo llevaron con ellos y llevaban valijas y bolsos con
todo lo que podían llevar del departamento. Esto supimos las madres, la madre de
mi nuera y yo, una horas después, porque estos chicos trabajaban a la mañana, y
mi hijo me llamaba todas las mañanas desde su oficina en el Banco de la
Provincia, casa central, cerca de Plaza de Mayo. Y esa mañana no me llamó. La
esposa estudiaba a la mañana, en el centro de rehabilitación del lisiado, y al
mediodía iba a comer a casa de sus padres para ir a trabajar después, como mi
hijo no me llamó y la chica no fue a almorzar, la mamá de ella me llamó a ver
qué pasaba, entonces como no teníamos forma de comunicarnos con ellos, fuimos al
departamento y el portero nos paró en la puerta y nos llevó adentro y en voz
baja, nos contó qué pasó esa noche. Ahí empezó esta búsqueda, primero fuimos a
hacer la denuncia en la comisaría, dijeron que no sabían nada, que fuéramos al
departamento central de policía, sección drogas y ahí dijeron también que no
sabían nada. Entonces no sabíamos qué hacer, porque no sabíamos cuál era la
magnitud de esto que estaba pasando en Buenos Aires. Alguien nos dijo que
fuéramos a la Liga de los Derechos del Hombre. Y ahí fui y cuando llegué, había
una larga cola de familiares, ahí me di cuenta de lo que nos estaba pasando.
Hicimos la denuncia en la Liga, en la Asamblea Permanente por los Derechos
Humanos, Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, esa búsqueda duró mucho
tiempo, y empezamos a participar de las marchas de las Madres, y ahí uno se iba
dando cuenta de la magnitud de la situación. Tuvimos encuentros con el director
del diario Herald, Roberto Cox, que nos ayudó mucho, la ayuda era más que nada
informativa de lo que pasaba, nos dijeron que habían sido detenidos la gente que
estábamos reclamando por el mundial de fútbol que iba a ser o en junio y que los
iban a soltar después. Con eso no pasó nada, y después nos prometieron para
Navidad.
- I.K.: ¿Por qué los detuvieron? ¿Ellos activaban?
- B.L.: Eran estudiantes, había una situación, era un gobierno militar en ese
momento para evitar desórdenes y manifestaciones, como el mundial era en el país
y venía mucha gente extranjera y como se decían cosas de la Argentina, ellos
querían demostrar que era un país que no pasaba nada, que todo estaba en orden y
tranquilo. Como nada de eso sucedió y no aparecieron, personalmente yo sentí que
había pocas esperanzas, porque ellos no estaban en una cárcel en blanco donde se
podía reclamar después. Todos los habeas corpus que presentamos por intermedio
de abogados eran denegados, nadie sabía dónde estaban, así que yo personalmente
después de unos meses pensé que si no estaban en una cárcel, posiblemente no
iban a aparecer. Continuamos de todas maneras con la búsqueda, tuvimos
encuentros con militares, con Massera.
- P.A.: ¿Qué dijo Massera?
- B.L.: Negaba todo, que no sabía. El padre de los chicos fue al Vaticano, el
Papa no lo recibió.
- P.A.: ¿El padre de los chicos?
- B.L.: Abraham Dyszel, él desarrolló una gran actividad en la búsqueda,
nosotros estamos divorciados, en eso estuvimos juntos, pero él hizo muchísimo.
Yo justo como no tengo nada de documentación que podía haber aportado en el
informe que pasé por escrito, pero traje algo que nosotros publicamos en los
diarios como se podía, las fotos de los chicos, no traje todas porque ya los
últimos años es mas para la memoria que para la búsqueda. Pero en 1984, yo traje
una fotocopia, pusimos en le diario Clarín una aviso grande con fotos, pidiendo
que si había alguien que sabía algo que nos aportara con información. Como
respuesta en el mes de octubre, mi ex esposo recibió en su casa una carta, muy
terrible, muy antisemita, nazi, yo traje una fotocopia. Esa carta él la llevó a
los diarios, nadie la publicó, solamente el diario “Nueva Presencia”, yo traje
fotocopias del diario. La búsqueda continuó por todos los canales, los
oficiales, los mas oscuros, fuimos engañados, estafados.
- P.A.: ¿Puede detallar las vías?
- B.L.: Las vías eran por ejemplo un abogado que prometía encontrar información
de donde estaban, que sacaban bastante dinero, incluso estábamos dispuestos a
vender las propiedades.
- P.A.: ¿Y cómo es que las estafaron?
- B.L.: En el sentido de que no había información, nos prometían cosas que no
existían.
- P.A.: ¿Quién mas le prometió información fuera de los abogados?
- B.L.: Esa era gente que mi ex marido manejaba, yo no creía en esas cosas,
algunas de esas personas, quizás podría conseguir los nombres.
- P.A.: ¿Había gente de las fuerzas armada que ofrecía esa información?
- B.L.: No lo puedo asegurar, sé de los resultados, yo no creía en ese tipo de
búsqueda, pero lo concreto es un caso, mi ex esposo se fue una semana a Asunción
del Paraguay, porque le prometieron que allí le iban a llevar los chicos, y él
volvió y no pasó nada.
En otro caso, había un alto militar, con quien él mantuvo una relación casi
amistosa, yo no me acuerdo el nombre, ya falleció, pero ya él enero del 79 le
dijo a mi ex esposo que no alentara esperanzas y cuando yo lo supe conseguí una
entrevista con este hombre y me recibió en el primer piso de la casa de gobierno
y ahí él también me dijo que no alentara esperanzas. De todas maneras mi ex
esposo no lo podía creer y durante varios años estuvo siguiendo a esta persona
hasta que este militar falleció, no me acuerdo el nombre ahora, porque hay cosas
que por mi edad o porque hay cosas que ya no me quiero acordar, lamentablemente
no puedo darle esa información concreta. Hace unos cinco años alguien dijo,
porque la gente habla o algún demente nos dijo que sabía que Marcelo estaba en
San Nicolás. Nos fuimos un par de días toda la familia allá, empezamos a buscar
por todos lados. Son 100 KLM. De Buenos Aires, incluso cuando fue a Paraguay, le
habían dicho que había muchos desaparecidos que habían llevado a trabajar a
Yaciterá. Nosotros no supimos nunca nada concreto. Estuvimos trabajando con las
organizaciones, con Marshal Mayer, quien se ocupó muchísimo, ayudó a mucha
gente, y nosotros no tuvimos suerte.
- P.A.: ¿Fueron a instituciones judías o a la embajada?
- B.L.: Sí, porque esa semana cuando se llevaron a mi hijo y a mi nuera, hubo
como ocho o diez chicos judíos desaparecidos que nosotros nos reunimos con los
padres y entonces hicimos un grupo de padres judíos, fuimos a la embajada, a la
AMIA, pero no fuimos bien atendidos porque lamentablemente un poco la respuesta,
era la que tuvieron muchos argentinos acá, no sólo los judíos, “que va ser”,
“por algo habrá sido”. No hubo un compromiso de la comunidad para ayudarnos, yo
reconozco que había mucho miedo, mucho terror, así que hasta el año 1982 cuando
cayó la dictadura pudimos aportar la información, cada uno lo que pudo, donde ya
se conoció todo. Yo personalmente fui a Londres a AMNESTY, no sabían sobre mi
hijo, pero me informaron sobre otra gente, me dieron toda la información sobre
los campos de concentración que había, sobre los vuelos de la muerte que
arrojaban al río a los jóvenes, la Escuela Mecánica de la Armada. Yo supe todo
bastante rápido, y lo entendí, no me enganché con otras historias que no
condujeron a nada. No sé que otra cosa pueden preguntarme.
- E.K.: Aquí usted relata que su hijo la llamaba todos los días a las 8, ¿era
por seguridad?
- B.L.: Yo no sé, creo que lo hacía porque me quería mucho, pienso que lo hacía
por eso, para que yo pensara que él estaba. Eso nos lleva a contestar qué sabía
yo sobre la actividad de él. El estudiaba Ciencias de la Educación, sabían todo
lo que pasaba, eran concientes, eran pensantes. Yo no supe que hayan tenido
ninguna actividad guerrillera o terrorista. Él no llegó a hacer el servicio
militar, así que creo que no supo manejar armas, siempre trabajó y estudió,
nunca dejó de venir a dormir casa, para casarse se juntaron bastante dinero
ayudaron a comprarse el departamento, por lo que creo que no tuvieron una
actividad importante o clandestina, porque estaban en casa, lo que después pude
averiguar, era primero que él desde un año antes iba a la marcha de las madres a
Plaza de Mayo, porque él trabajaba a una cuadre de la plaza, cuando salía del
banco a las 14hs. iba a la marcha que era a las 15. Ellos los sábados a la tarde
iban a una sociedad de fomento a un barrio obrero por Mataderos, Capital
Federal, ahí jugaban con chicos, como ella trabajaba en cosas de rehabilitación
terapia ocupacional. Entonces fuimos allá para ver a estas familias. Se
lamentaron mucho, dijeron que los quería mucho, hacían actividades, ellos
juraban que no había nada político, esto es todo lo que supe. Porque de alguna
manera todo lo que pasa ahora a mí no me asombra, no digo lo de ayer, eso
también, todo lo que viene pasando en la Argentina en los últimos años es un
proceso, todo lo que pasó antes que no se resolvió que no se elaboró, que no se
aclaró, que no se castigó, la impunidad porque sabemos los nombres de quienes
fueron, y están todos libres y perdonados, indultados. Y por eso estamos tan
bien como estamos, por pensar con claridad, y con estas palabras que yo digo, si
estuviéramos en 1978, a mí me sacaban encapuchada de mi casa.
- I.K.: Muchas gracias, y sólo le quiero preguntar si usted ha entregado una
muestra de sangres para la prueba de ADN
- B.L.: Nunca me pidieron.
- E.Z.: Si quiere hay una posibilidad muy pequeña para llegar a algún tipo de
identificación.
- B.L.: Quería preguntarle algo antes, hay alguna posibilidad que se sepa algo
de dónde estuvieron ellos, qué pasó?
- E.Z.: Estuvimos en varios lugares, y establecimos con varias organizaciones
que tienen datos, nosotros les pasaremos las listas de todos los que nos han
prestado testimonio incluso de su hijo, y veremos si hay algún dato.
- B.L.: Se puede poner las fotos de ellos, si hay gente que puede haberlos visto
en alguna parte?
E.Z: Nosotros queremos recibir las fotos, es una probabilidad muy pequeña.
- B.L.: Muy pequeña porque pasaron 25 años y ya hicimos nuestra propia búsqueda
también. Porque cuando pudimos, después empezamos a buscar por los
psiquiátricos, por los asilos, por los hospitales.
- E.Z.: Ahora la pequeña esperanza que queda, que con la cantidad de información
que se está acumulando, quizás si aparece un dato que usted no recibió entonces
trataremos.
- B.L.: Yo lo que quería pedir, como lo hago con cada organización o persona que
se ocupa sobre los desaparecidos en la Argentina que lo trabajen desde un lugar
donde esto es un genocidio, son crímenes de lesa humanidad y que no permitan que
el gobierno prescriba esto. Y que desde ese lugar hagan los pedidos que hacen
otros países, las demandas judiciales. Si se puede.-