Los que no están

Desaparecidos y dictadura cívico-militar en Florencio Varela (1976 – 1983)
 

 

 

CONSIDERACIONES FINALES

    

 

     Si bien esta investigación no partió de ninguna hipótesis previa, en ella se evidencia cómo en una reducción de escala (en este caso Florencio Varela), la política puede ser estudiada y comprendida a nivel local. Esto revaloriza aún más los estudios locales y las historias de vida, ya que son una manera diferente de mostrar un proceso histórico amplio desde una perspectiva reducida, sin que por eso se caiga en una fragmentación baldía.

 

    La sociedad varelense se impregnó de los designios de la dictadura cívico–militar, y hoy sufre sus consecuencias. El más terrible de los crímenes de esta dictadura fue la desaparición física de decenas de personas que habían soñado con una sociedad más justa. Como en otros lugares del país, Florencio Varela se debate hoy entre la crisis de representatividad política, la naturalización de la pobreza y el ejercicio de la memoria.

 

     La crisis de representatividad hunde sus raíces en la pérdida de lo mejor de una generación de militantes políticos. El desprecio de la ciudadanía por la política es el legado central de la dictadura: sus negociados, su privatización, y el hecho de que no sea más tenida como un factor de cambio (el factor de cambio), hicieron de ésta un nicho de corrupción e impunidad, asumidos paulatinamente por la sociedad como un ‘mal inevitable’. Por otra parte, la exclusiva concepción mediática de la política y sus disputas, colocó a la ciudadanía en el rol de mera espectadora de lo público. Además, la criminalización de la protesta social encuentra eco en gran parte de la población que, cotidianamente, pugna por no ser un piquetero más.

 

     La institucionalización de la deuda externa como termómetro político y de la inflación como ‘impedimento’ de políticas económicas redistributivas, son variables fundamentales del modelo instalado por la dictadura cívico – militar, y evidencian el carácter formal de una democracia que nació y se consolidó con el pueblo derrotado, y a la que nada le queda de aquella teoría del ‘gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo’.

 

     En la actualidad, Varela se encuentra entre los distritos más pobres del conurbano bonaerense, y esto no es casualidad. El avance de la pobreza y la marginalidad se evidenciaba desde hacía tiempo, y es por eso que una generación de jóvenes y adultos decidieron pelear por un futuro digno; pero fueron derrotados: ganaron el egoísmo, los privilegios, las diferencias sociales y la reacción conservadora y temerosa.

 

      Hoy el genocidio continúa. Cientos de niños mueren al año en el distrito a causa de la exclusión social; miles de jóvenes no acceden al mercado laboral y son expulsados del mundo de las posibilidades (las mismas que tiene para sí un pequeño sector); adultos y ancianos son abandonados sin que esto sensibilice a los que tienen la responsabilidad de hacer algo por ellos. Y esto no es casualidad, ya que los que podrían haber evitado esta realidad hoy no están. La dictadura se los llevó, y junto con ellos se fue una oportunidad de mirar a la historia desde otro lugar.

 

     No obstante, en Florencio Varela, como en gran parte del país, las organizaciones sociales de base siguen resistiéndose al discurso político hegemónico, honrando a los desaparecidos a través del ejercicio de la memoria colectiva, única garantía de verdad y justicia.

 

     Esto no es sólo una reivindicación del pasado, sino una forma de mirar al futuro desde otro lugar, sabiendo qué nos pasó y por qué. Deseamos, al igual que otras tantas personas y organizaciones, que este libro sea una forma más de continuar la lucha de los que no están.

 

 

 

 

 

 
   
Indice  general  del  libro  

 

 


 

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