desaparecidos


Diecinueve años







Faltan exactamente catorce minutos para dejar de tener dieciocho años, si, es difícil decirlo, mientras poco a 
poco me torturo contemplando mas que detalladamente el transcurrir de los segundos, el número 23 del calendario de mi 
reloj ya casi está por tomar su correcta posición, está luchando, está peleando por conseguir su 
lugar en esta vida, en esa vida de reloj, que es mi vida, y que para ello se empeña en desplazar al 22, que ya casi ni 
se ve, y que sólo poco a poco está quedando transformado en el recuerdo. Que ajedrez la vida, que compromiso, 
que carrera contra el tiempo, que tortura...Llegó mi mama, me saludó - Si, sí, hasta mañana-. Un 
beso y decido ir a la terraza a buscar la compañia del viento, por lo menos es un fiel testigo, los minutos pasaron y 
ya son las doce menos 60 segundos, 60 segundos, es exactamente lo que falta para decir -adiós- eternamente a mis 
dieciocho años. Adiós, te quise, edad del compromiso, de la definición, de la angustia, de la 
incertidumbre, adiós y para siempre, solo esto y la visión de una estufa  de leños  artificiales que 
irradian calor, igual que la vida, artificial  y a veces con calor, ya está.

Hola, 23 de julio de 1971, hola, diecinueve años.

22-09-71

Eduardo Luis Vicente