Testimonio de una amiga Sí, yo lo conocí en Mar del Plata. Le decían "Pájaro", supongo que por lo narigón. Tenía un corazón de oro, creo que fue el compañero más bueno que conocí en aquellos años. Era único hijo. Vivía en una casa modesta, solo con su mamá, ya que su padre había muerto hace años. La casa tenía un pequeño local adelante, me parece que era una mercería. La madre lo adoraba pero no se quería interponer en su militancia, aunque más de una vez me confió que no podía dormirse hasta que él volvía, y que estaba muy preocupada por él. El Pájaro, además de su bondad, era una gran persona. Siempre estaba sonriendo, le gustaba mucho la poesía y repetir dichos camperos. Creo que tenía un refrán para cada ocasión. Era muy sencillo para todo: para vestirse, para expresarse, para relacionarse. Entró en la UES y compartió la actividad política con otros compañeros que se destacaron más que él en la superestructura. Prefería el bajo perfil, las reuniones chicas, el afecto cotidiano del encuentro con sus compañeros más amigos. Jamás lo escuché repetir una frase extraída de algún documento político, siempre me dijo "yo soy peronista del pueblo, no de los libros". Y creo que tenía un rechazo profundo a los intelectuales, quizás también porque era muy tímido e inseguro. Esto último se notaba con las mujeres. Cuando lo conocí y durante los tres años que fuimos amigos -además de compañeros- estuvo solo afectivamente. Salía siempre conmigo y con mi compañero, y decía riéndose que no le importaba interferir entre nosotros, porque lo pasaba tan bien que nos gustara o no teníamos que aguantarlo. Nosotros, por nuestra parte, lo queríamos tanto que siempre lo incluíamos. Fue el mejor amigo de mi compañero, venían desde la primaria juntos. (Lamentablemente Julián no puede testimoniar, ya que fue asesinado en octubre de 1975). Siempre decían que cada uno iba a ser el padrino del primer hijo del otro. El Pájaro tenía los ojos muy grandes y de un color muy lindo, avellana pero con reflejos ámbar, no sé cómo definirlos. Con Julián le regalamos para su cumpleaños un pullover de cuello alto que le hacía juego con sus ojos, y siempre decía que cuando le gustara una compañera se lo iba a poner para impactarla. Encontrar su foto y verlo así, con la mirada alta, me hizo llorar mucho. No era alto, debía medir 1,70. Eso sí, caminaba muy erguido. Solía usar un pantalón de corderoy fino color marrón oscuro, y poleras de cuello alto. Siempre miraba de frente y desdramatizaba las situaciones haciendo bromas. A su compañera no llegué a conocerla, yo me fui de Mar del Plata en octubre del 76. Al menos formó pareja finalmente, estaban esperando un bebé. Espero poder testimoniar en Abuelas, por si algún día aparece ese hijo o hija, que pueda saber cómo fue su papá y cómo todos lo queríamos tanto. A fines del 76 eran tantos los compañeros caídos en Mar del Plata y se veía tan afectada nuestra seguridad, que se decidió trasladarnos a Buenos Aires e incorporarnos a otras áreas. Teníamos prohibición estricta de encontrarnos "horizontalmente", es decir, por fuera de nuestra nueva estructura y sin autorización. Pero igual desobedecimoscon el Pájaro hicimos una cita fija semanal en Parque Lezama y llegamos a encontrarnos dos veces. Las dos veces en noviembre del 76. Fue poco lo que pudimos hablar, estábamos muy condicionados por el tiempo y el tema de la seguridad, caminamos sin detenernos y mirando siempre alrededor por si alguien nos reconocía o si la patota nos seguía. La última vez hablamos sobre todo de Julián y de la revolución. No me dijo nada de su compañera, al menos no puedo recordarlo, pero en aquella época hacíamos eso de "compartimentar información", por si acaso, era habitual. A la tercer cita ya no pude ir, a la cuarta no fue él. Eso es todo. Ojalá sirva de algo mi recuerdo emocionado. PÁJARO, HASTA LA VICTORIA SIEMPRE. Cristina |
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¿Conociste a Adriana o a Bernardo?
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