Conocí a HÉCTOR y me enorgullece decir que, aunque estuvimos poco tiempo juntos fuimos amigos. HÉCTOR había teminado el secundario en el Colegio Integral, de Munro, según creo recordar, y trabaja en una compañía de seguros, al igual que yo, y ese era su ámbito de militancia.

Su nivel de compromiso, su inteligencia y lucidez , su valor de entrega hacia los demás constituyen un ejemplo para todos los que lo conocimos.

Durante algún tiempo nos veíamos casi a diario y los fines de semana salíamos con amigos.

Recuerdo a Rubén, su hermano, a Elisa, su novia y amigos del barrio que frecuentábamos. Del grupo, era uno de los más chicos en edad, sin embargo era el más maduro, el más inteligente y era un referente en todo sentido.

Un sábado o viernes por la noche habíamos ido a ver Los compañeros (I compagni), una película de Mario Monicelli sobre la militancia revolucionaria durante la revolución industrial. Recuerdo los lúcidos comentarios de HÉCTOR, luego de la película, sobre la fuerza simbólica de muchos detalles que para los demás habían pasado desapercibidos.

Como amigo siempre tenía el comentario justo, esclarecedor, su ayuda era en tal sentido invalorable .

Recuerdo una tarde, caminábamos los dos por Villa Adelina y yo me encontraba con cierto estado de confusión y temor por el futuro. Recuerdo sus palabras, dijo que él creía que cada uno debía vivir como pensaba, en forma coherente con los propios principios, sino uno terminaría pensando de acuerdo a como vivía. Así vivió HÉCTOR, en forma totalmente coherente con su pensamiento y sus (permítaseme decir nuestros) ideales. Nadie que hubiera conocido HÉCTOR tuvo inconvenientes después de aquel fatídico día. Vivió heroicamenta, con todas las letras.

Querido amigo, te recuerdo siempre.

H.Daniel Fernández