Un oficial de inteligencia, Juan Carlos Rolón formó parte de los grupos de tareas de la Escuela de
Mecánica de la Armada, el centro de tortura más grande que hubo durante la dictaudra militar. Como
miembro de este grupo, se encargo de torturar a los detenidos-desaparecidos, al igual que de participar en secuestros.
Fue investigado por la justicia argentina
por el secuestro y posterior asesinato de Mónica Jauregui y dirigió la sección de Inteligencia de
la ESMA que intentó lavar el cebrebro de un grupo de prisioneros para que, bajo amenaza de muerte, efectuaran
tareas intelectuales en favor de la carrera política de Massera.
Entre mediados de febrero y principios de marzo de 1977 fue parte de un comando dirigido por Pernía que se
movilizó a Venezuela con el propósito de secuestrar y traer a Argentina a algunas personalidades
argentinas que se encontraban allí, entre ellas Julio Broner (ex-dirigente de la Confenderación General
Económica), aunque parece que no pudieron cumplir sus objetivos. El plan era dispararle dardos con drogas a
Broner para paralizarlo.
Fue también instructor de un curso sobre lucha antisubversiva dirigido a torturadores de Uruguay, Paraguay,
Bolivia, Nicaragua, Brazil y Guatemala.
Casado con la sobrina del ex-ministro de economía del gobierno de facto, José Alfredo Martinez de Hoz
(también procesado y amnistiado), montó una inmobiliaria para vender los inmuebles saqueados a los
detenidos.
Más tarde pasó a ser funcionario de la cancillería. Fue investigado por sus crímenes
luego de la dictadura, y está libre por la ley de Punto Final.
Figura como imputado en el juicio en España por genocidio contra los militares argentinos.
Rolón alcanzó notoriedad en 1994 cuando su pedido de ascenso llego al Senado de la Nación para
su aprovación. Pese a su promesa de no ascender a ningún torturador, el Presidente Menem luchó
incansablemente para que se le conseda el ascenso. Frente al Senado, Rolón confesó que bajo ninguna
circumstancia daría órdenes como las que obedeció ya que "fueron equivocadas" pero impartidas por
"superiores que ahora son almirantes con acuerdo del Senado". Rolón también declaró que la Armada
argentina había dispuesto que todos los oficiales rotaran por los grupos de tareas, por lo cual todos cometieron
violaciones a los derechos humanos.
Según testimonios de detenidos, a Rolón no le gustaba tener que torturar, pero le parecía que
ser torturador en la ESMA era un escalón ineludible para llegar a ser Almirante.
Rolón vive en Capdevilla 2852 8º "B", Buenos Aires, Argentina - Tel: 4523-6546