Circuito Sur. V Cuerpo de Ejército

 

La zona de seguridad colocada bajo control del V Cuerpo de Ejército, abarcaba los partidos bonaerenses de Tres Arroyos, Coronel Dorrego y Carmen de Patagones, así como la ciudad de Bahía Blanca, sede del Comano de Cuerpo, a excepción del área bajo jurisdicción de la Armada (Base de Puerto Belgrano), y más allá, las provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz.

La represión clandestina operó a lo largo de ese vasto territorio apoyándose en lugares transitorios de detención (Comisarías, Cuarteles, Delegaciones de la Policía Federal, etc.) desde donde los prisioneros eran trasladados a dos Centros permanentes ubicados en la ciudad de Bahía Blanca, uno en las cercanías del Comando del V Cuerpo de Ejército y otro dentro de sus propias instalaciones.

La única variante conocida fue el esquema aplicado en el Alto Valle del Río Negro y Neuquén, donde se instaló un campo clandestino permanente para detenidos de la sub-zona 52, cuya jefatura ejerció a partir de abril de 1976 y hasta fines del año siguiente, el General José Luis Sexton, Comandante de la VI Brigada de Infantería de Montaña, con asiento en Neuquén.

En los días anteriores al golpe, un número importante de militantes políticos y gremiales, de legisladores, de profesores universitarios y de funcionarios del Gobierno depuesto eran detenidos en operativos aparentemente legales, para luego ser trasladados, a medida que se disponía de lugar, a instalaciones del Comando del V Cuerpo, donde muchos de ellos pasaban a revestir en la categoría de desaparecidos. Algunos de ellos habían sido rastreados con gran celeridad en otras regiones del país y puestos a disposición de la Zona de Seguridad N° 5.

El ex diputado por Santa Cruz, Orlando Stirnemann (Legajo N° 4337), testimonia:

«A principios de abril de 1976 fui detenido en Malabrigo, provincia de Santa Fe. Tres días después me trasladaron desde Reconquista en un avión Guaraní, matrícula Y 116, con destino a Aeroparque, y de allí en otro avión, matrícula AE 106, a la Base Comandante Espora. Pude ver todo esto porque no estaba vendado, ya que decían que yo era "boleta segura". Primeramente estuve dentro de un Centro Clandestino instalado en un gran galpón perteneciente al Batallón de Comunicaciones. Quince días después de haber sido detenido en este C.C.EL., soy trasladado a otro C.C.EL., presuntamente dentro de la misma jurisdicción del Ejército...»

Francisco Tropeano, detenido legalmente en el Comando de la VI Brigada de Neuquén el 28 de marzo de 1976, hubo de esperar turno en la cárcel de dicha ciudad, hasta que fue trasladado a la Base Comandante Espora y entregado allí a personal del V Cuerpo siendo alojado en el mismo galpón que Stirnemann. Durante el tiempo de su detención clandestina, el Coronel Swaiter (Legajo N° 6956), Jefe de Inteligencia de esa Zona, negó a la Sra. de Tropeano la presencia de su esposo como detenido en su jurisdicción, hasta que al cabo de varias semanas, fue legalizado también en el Penal de Villa Floresta.

Allí pudo constatar que el mencionado oficial era el mismo que había inspeccionado en repetidas oportunidades el C.C.EL. donde él estuvo aloyado, en compañía de otras personas que permanecen desaparecidas:

«Todos oíamos cuando alguno era sacado del galpón principal para ser torturado con picana eléctrica. Presumo que había un médico indicando cuándo debían parar. En dos oponunidades oí mientras estaban torturando algo así como: se cortó... se cortó. También me pareció que aplicaban inyecciones. Durante la noche se hacían presentes jefes militares que daban instrucciones a los encargados del galpon sobre el comportamiento a seguir con los prisioneros, durante los operativos. Tambien impartían indicaciones doctrinarias. Uno de los jefes que vinó varias veces resultó ser el Coronel Swaiter.

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Recuerdo muchas escenas de terror, pero no puedo dejar de mencionar una en particular: era de noche, los guardias empezaron a gritar que los montoneros venían a rescatar a los presos, y se pusieron a disparar sus armas mientras exclamaban: "Hay que matarlos a todos". El tiroteo era adentro, al lado nuestro, pero también afuera. Les guardias corrían, a veces se detenían en una cama y se ponían a golpear a un prisionero atado y vendado. Si bien estas palizas ocurrían frecuentemente, esa noche nuestro terror era mayúsculo, a causa de los tiros. Pienso que esa noche fusilaron fuera del galpón a algunos detenidos y el comportamiento de los guardias era para que esto pasara desapercibido a los que estábamos adentro». (Francisco Tropeano, Legajo N° 6956).

Dada la envergadura de las operaciones represivas encaradas en la propia ciudad de Bahía Blanca y su zona adyacente, nuevas instalaciones se hicieron indispensables, por lo que se habilitó "La Escuelita", vieja construcción compuesta de varias habitaciones, situada a unos 100 metros del galpón. Cuando el número de detenidos desbordaba la capacidad, algunos eran derivados transitoriamente a otro edificio ubicado en la Base Naval o en sus inmediaciones, donde los custodiaba personal de la Marina. Esta por su parte, contaba con otro Centro de Detención Clandest ino instalado en la Batería 2, frente a la costa, donde quedó fondeado un barco utilizado con idéntico fin en los momentos en que la represión fue más intensa.

Pedro Maidana (Legajo N° 6956), detenido a mediados de junio de 1976, mientrás asistía a clase en la Escuela de Educación Técnica de Cutralcó, es trasladado junto con otras personas de Neuquén hasta la «Escuelita» de Bahía Blanca, donde lo interrogan y pasa luego 14 días de cautiverio precisamente en ese «otro edificio 81 que se accede por un camino muy poceado que huele a mar». Por fin lo trasladan al Penal de Neuquén, a disposición del Area 521 cuyo Jefe de Inteligeneia era el Mayor Reinhold.

La «Escuelita» instalada en una edificación preexistente, en los fondos del Batallón 181 de Neuquén Capital, fue refaccionada y adaptada a su nuevo destino - era antes una caballeriza - por las Compañías A y C de Construcciones. Las compañías de Comando y Servicios y de Combate, aseguraban el apoyo logístico, las guardias externas y el personal de calle para los operativos de rastrillaje. El Jefe del Batallón, Teniente Coronel Braulio Enrique Olea, derivaba al Comando de la Vl Brigada toda gestión de familiares de desaparecidos, inclusive cuando, como en el caso del conscripto José Delineo Méndez, la víctima se hallaba detenida clandestinamente en los calabozos del propio cuartel. (Legajo N° 2287).

En la VI Brigada, los familiares eran atendidos habitualmente por el Mayor Farías, responsable administrativo de la «Escuelita», quien de acuerdo a sus manifestaciones era el encargado de la lista de detenidos en el Centro Clandestino. A menudo también se ocupaba del traslado, desde establecimientos carcelarios, de detenidos que pasarían días o semanas en calidad de desaparecidos, mientras eran torturados, a la espera de que, desde el Comando de la Zona, definieran su destino.

Uno de ellos, ex Oficial de la Policía detenido en el lugar (Legajo N° 6956) reconoció a su torturador, pese a estar vendado. Se trata del Teniente Coronel Gómez Arena, alias «el Verdugo», Jefe del Departamento de Inteligencia de la VII Brigada, que el declarante conocía por haber frecuentado asiduamente la «comunidad informativa» del área 521, que sesionaba en dicho Destacamento desde mucho antes del 24 de marzo de 1976.

En Viedma, donde no hay guarnición militar, «la comunidad informativa» funcionaba en dependencias del S.I.E. desde donde se coordinaron, hacia fines de 1976, una serie de secuestros en los que participaron funcionarios de la Delegación Viedma de la Policía Federal:

«El 15 de diciembre me subieron a un vehículo. Iban conmigo el Comisario Forchetti (Legajos N° 475-480-473-476) y el Oficial González (Legajos N° 478-480) de la Policía Federal. A mitad de camino hacia el Aeropuerto me vendaron y encapucharon. Fui trasladado al Comando del V Cuerpo de Ejército, a cargo del General René Azpitarte (Legajos N° 473-475). El encargado de la represión era el Coronel Páez. Al día siguiente me trasladaron a la "Escuelita". Allí me torturaron terriblemente, aín conservo secuelas del trato recibido. Allí pude saber que también estaba detenido Darío Rossi - de Viedma -a quien hicieron aparecer posteriormente como muerto en enfrentamiento» (Eduardo Cironi, Legajo N° 473).

Por su parte, Oscar Bermúdez (Legajo N° 476), secuestrado en Viedma el 7 de enero de 1977 por el mismo Comisario Forchetti, manifiesta:

«En un vehículo me trasladaron hasta la "Escuelita". Al rato de estar acostado en el suelo, muy golpeado, pude establecer contacto con un viejo amigo mío, Darío Rossi, quien me preguntó desesperado por su mujer e hija. Después de ser legalizado en la carcel de Villa Floresta leí en el diario que una persona había sido baleda en un enfrentamiento. Era Darío Rossi. Este era el destino para algunos de los secuestrados en este centro clandestino».

El testimonio de Jorge Abel coincide con el anterior en cuanto al caso Rossi, y agrega más datos sobre ejecuciones sumarias de detenidos (Legajos N° 477480):

«Otro de los fusilados fue Fernando Jara. También ingresaron en la «Escuelita» dieciseis chicos de la UES, de alrededor de 17 años“ quienes se torturó para que se hiciesen cargo de un atentado a la Agencia Ford de Bahía Blanca, ocurrido a mediados de diciembre de 1976. De estos chicos quedaron sólo dos con nosotros, los que aparecieron muertos en "un enfrentamiento" cerca de La Plata. Días antes del fusil amiento de Jara, había inspeccionado el lugar el General Acdel Vilas « (Legajos N° 477 y 4636).

Fue su visita de despedida, antes de pasar a retiro y ser reemplazado en el puesto de 2do. Comandante por el General Abel Catuzzi. Pero nada cambiaría en el funcionamiento de la «Escuelita» (Legajos N° 473 y 475). El 12 de enero de 1977 fue secuestrada en Bahía Blanca, Alicia Partnoy y trasladada en un camión del Ejército hasta el Comando del V Cuerpo, donde la vendaron y encapucharon recién después de haberle tomado declaración. La trasladaron en un vehículo hasta una casa en donde escuchó, durante toda la primera noche, los gritos de su marido en tortura (Legajo N° 2266).

«Poco a poco fui ubicándome. La vieja casa donde estábamos se encontraba detrás del Comando del V Cuerpo, a quince cuadras de un motel, sobre el camino de "La Carrindanga". El lugar era llamado por los militares "Sicofe". Está muy cerca de las vías del ferrocarril, y podíamos oír el paso de los trenes, los tiros de práctica del Comando de Ejército y el mugido de las vacas. La sala de tortura, la cocina, el baño, las celdas y la sala de guardia estaban dentro del mismo edificio. Para hacer nuestras necesidades debíamos salir a una letrina ubicada en el patio. Allí había una casilla rodante donde dormían los guardias, y un aljibe que utilizaban para torturar a los detenidos, colgándolos durante horas en su interior».

Ese fue precisamente el tormento sufrido por Sergio Voitzuk (Legajo N° 3077), quien junto con otros testigos acompañó a una Delegación de esta Comisión en la visita de inspección realizada el 11 de julio del corriente año. Todos ellos reconocieron, a unos 2.000 metros de la sede del Comando, en un paraje conocido como «el viejo tambo» en el camino de «La Carrindanga», el lugar donde se levantaba la «Escuelita», hoy demolida, rodeada por una arboleda aún en pie y que resultó inconfundible.

Asimismo, después de un prolijo rastrillaje, los testigos reconocieron restos de la construcción (fragmentos de mampostería con pintura original, baldosas y restos de instalaciones sanitarias), elementos éstos que en todos los casos coincidían con los testimonios previamente vertidos ante la Comisión. Por otra parte, en una causa iniciada ante el Juez Federal de Bahía Blanca, Dr. Suter, el Comandante del V Cuerpo reconoció la existencia de las construcciones a que hacen referencia los testimonios, y su posterior demolición durante unas maniobras militares en el año l978.

Si bien muchos de los detenidos, entre los que se cuentan los doctores Hipólito Solari Yrigoyen y Marco Amaya, fueron luego legalizados, otros salieron del Centro rumbo a la muerte.

La Delegación de la CONADEP en Bahía Blanca ha podido establecer una lista de personas ultimadas en supuestos enfrentamientos, varias de las cuales habían sido vistas con vida en la «Escuelita»:

«El 12 de abril de 1977 hicieron bañar a Zulma Izurieta y María Elena Romero, también a sus compañeros. Después vino um médico o un enfermero y les puso una inyección. 0í cómo se burlaban los guardias después que los inyectaron. Los envolvieron en mantas y los sacaron de allí. Al día siguiente, las dos pareja aparecieron como muertas en enfrentamiento, en una localidad cercana a Bahía Blanca. Pocos días después nació un hijo de Graciela, hermana de María Elena Metz quien había sido secuestrada en Neuquén junto con su marido , Raúl Metz . Fue un varoncito que vino al mumdo sin atención médica en la casilla de los torturadores. Uno de ellos se lo arrebató a su madre quien a los pocos días fue trasladada con destino desconocido» (Alicia Partnoy&emdash;Legajo N° 2266).

 

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